Son las tres de la mañana y aún no he escrito ni un verso. Bueno, sí: he escrito páginas y páginas que han acabado en la papelera.

Tendría que haber entregado el borrador del poemario hace tres semanas. Gracias a Dios el editor accedió a ampliar el plazo hasta hoy a las nueve de la mañana.

Tengo el cerebro frito. No consigo sacar ni una idea mínimamente buena. Me ahogo.

Fumar. Solo necesito fumarme un cigarro. El aire de la calle en la cara y el humo del tabaco en los pulmones me ayudarán a pensar mejor.
Fumar
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